Sólo quedó silencio en Roma,
allí una noche, enredados en sus calles
perdimos las coordenadas.
No hay moldes de aquella luna
y asesina el tiempo
cualquier huella de ternura.
Lo bueno si breve, dos veces Roma.
De vuelta guardé en un sobre
tu labios, la música y el olvido.
Ahora son otros los lunares
que mueven mi mundo
pero tan vulnerable soy
que no logro huir de la tentación
de volver a abrirlo.
Noja Polman.
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