sábado, 19 de febrero de 2011

No amaina.

Se difuminan las esquirlas
a medida que aumentan
los rincones para el recuerdo.

Tunante,
entre tus piernas,
calcino los senderos dibujados
hasta el epicentro de todos mis temblores.

Me aferro, palpitando,
al vértigo incrustado
entre dos aguas.

No amaina,
salvaje persiste,
nueve poemas más tarde.

Noja Polman.