El silente desdén
ahonda la amargura del repudio
saciado el impulso
de humedad y vergel.
Sin billete de vuelta
madura el hedor
de un olvidado candor
ya sin vigencia.
No daña tanto la inminencia
de la sal en las heridas,
duele más el silencio
o mi paso, sin vestigio, por tu vida.
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