240.000 pasos, poco más
es la distancia entre tu
luna
y la mía.
Muchas noches,
a escondidas,
regresamos al calor latente
de unas mariposas encendidas
por un momento, nuestras
alas
hacen coincidir su ritmo
y, como en un parpadeo,
se hace lumbre
por unos segundos
que nos dan la vida.
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